jueves, marzo 15, 2007

Ayudando al tifón

(Así no vas a ayudar en nada, eh?)
Éll lel dal un chirlo en la cola cuando algo de su cuerpo (el de ella) le provoca un súbito arre-bato. Ella le escupe a la cara cuando no tolera lo que escucha de sus labios (los de él). Y así van, a galope de descarada confianza sin pleitesías ni reparos, sin tratamientos de cortesía.
¿Por qué la gente con cabeza (la otra tiene motivos menos loables) tiende aun a emparejarse? Pienso esto mientras nado... ¿Sucede que es el principal ámbito (sino el único, para aquellos que no tienen las barreras de la represión abusivamente bajas en todo otro ámbito de la vida) en que puede explayarse cómoda y genuinamente?
De todo un poco. Entrar en confianza -y ni hablar de entenderse- entre tres, en todos los aspectos que implica su humanidad (la de los tres) es harto más complicado. Quizá por eso la mayoría prefiere emparejarse (ya que es suficientemente complicado). Sin embargo, cuando se logra cierta comodidad entre tres, dos pueden ir a la parte de atrás del auto y coger descarada y tranquilamente, ante la presencia del 3º o la 3ª, que puede sumarse al encuentro con absoluta naturalidad, claro.
Pero volviendo (o yendo) a las relaciones sentimentales, ya para que congenien dos debe darse algún fenómeno meteorológico del orden de un tornado o un tifón; pero para que tres congenien, el fenómeno debe ser de una magnitud cósmica, interplanetaria mayor: una alineación de los astros, el nacimiento o la desaparición de una estrella de la bóveda celeste. Aunque para aquellos a quienes se les da, es algo natural y no son concientes de la magnitud estadística de extremo de la que son partícipes.
Así que, volviendo a estos lares y conforme a mi conocida y desatinada suerte con respecto a quiniseis y prodes, abandono mis esperanzas de que tales sucesos se produzcan. Al cuento que, llegado el caso, no me atrevería jamás a tomar la iniciativa para dar curso a semejantes acciones. Ni siquiera me atrevo a regalarte mi más lisa y llana fantasía: decirte por fin y descaradamente que quiero irme a la cama con vos, tras un par de copas, por qué no (que no son imprescindibles). Así, sin más motivos que porque te veo y tu humor me pone loca, y que hagas lo que quieras con el regalo.
Tal vez lo único que busco es una respuesta directa a la sencilla pregunta: por qué la gente se empareja? Tal vez quiero ayudar al tifón.