miércoles, junio 18, 2008

Pasados mil años


Pasados mil años, ¿quién recordará que hubo un golpe militar en el año 1976 en un remoto país llamado Argentina? Quizá algún estudiante se ocupe por conocer el asunto en ocasión de realizar su tesis doctoral, si es que en mil años existen tales encarrilamientos del pensamiento como universidades y doctorados. Quizá debería preguntarse entonces “qué era un golpe militar, un golpe de Estado” e incluso “qué, un Estado, qué, un militar”. Quizá proferiría horrorizadas exclamaciones al enterarse de los aberrantes hechos antaño sucedidos.

Pero quizá tan sólo se tomara la cabeza y resignado pensara “qué poco han cambiado las cosas!” Entonces, ¿de qué hubieran servido los muertos, de qué las incansables reivindicaciones, de qué los desentierros, las exhumaciones si, a lo largo de años y años, la evolución de los tiempos y los seres no hubiera logrado la asimilación de los horrores (ni de los altruismos), la integración de la experiencia a lo más profundo del alma humana, a la memoria genética de la especie o, por así decirlo, al inconsciente colectivo de la humanidad. Cuántas fuerzas internas, de cuántos hombres, a lo largo de cuántos años, de cuántas eras, a través de cuántas tierras, de cuántos fríos y sudores se precisan para forjar en el alma de un hombre un rastro de evolución.
En una entrevista, un dictador decía, al ser interpelado por las inadjetivables torturas y asesinatos, que no creía que eso hubiera sucedido. Entretanto, el personaje de una película advertía, a propósito de su padre –por pura casualidad también militar- “no debes subestimar el poder de la negación”.
Cuando fenómenos como la negación, la hipocresía, la ingenuidad, la negligencia, la falta de compromiso, de reconocimiento del otro... hayan sido desplazados del alma humana, entonces quizá no existan ya “Procesos” de esos.
La exigencia, el reclamo no debiera ser sólo porque se esclarezcan los hechos que en estos días se conmemoran, porque se haga justicia, sino porque no sucedan más aberraciones semejantes en el futuro. Y no a fuerza de la mayor severidad en el cumplimiento de las leyes sino por la extensión de la conciencia humana. La exigencia debe ser aun más ardua, en tanto exigencia interna. Si se pudiera exigir...

Escrito al cuento de los 30 años del golpe militar del ´76
http://www.nuncamas.org/