domingo, junio 24, 2007




Ella, que me dice lo que es noticia
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Tengo en mi mano la publicidad de una bebida energizante. Dudo. No sé si mencionarla porque es la primera vez que le escribo al diario y no sé cómo manejarán estas cosas. Tampoco leo mucho el diario, como se comprenderá, ni oigo ya las noticias, en realidad. No tengo televisión. Hace más de ocho años que dejé de mirarla y más de un año que dejé de oír. El diario es el único de los medios masivos clásicos que se mantiene porque me permite escoger –hasta cierto punto, claro- los asuntos que me interesan, a diferencia de la radio y la tele que me ensartan contenidos de los que quisiera nunca haber oído y que me parece nefasto que la sociedad recepte (en realidad confieso que también lo compro para ver si las noticias siguen estando orientadas al mismo lugar o comienzan a tomar otro cariz y en un 90% no encuentro que lo importante esté plasmado en el diario). Y luego está la publicidad gráfica, en las calles, de la que no puedo huir. Eso sin contar la publicidad que tengo que escuchar de boca de otres que me cuentan a veces muy a pesar mío.
Así, de algún modo, ha llegado hasta mi casa esta publicidad que ahora apoyo sobre mi teclado para tener a la vista. Es muy escueta en palabras: la lata, bien pequeña, en la esquina inferior izquierda dice “Speed Unlimited Energy Drink”. En el centro, en grande repite y resalta el adjetivo “unlimited” antecedido por el sustantivo “power”. Entonces, el mensaje verbal principal es “poder ilimitado”. El cual claramente se asocia al energizante, en tanto supuesta consecuencia de su ingesta.
Ahora bien, la imagen muestra una mujer, que recuerdo haber visto otras veces promocionando esta marca. Una mujer, aparentemente disc jockey, con unos grandes auriculares, pelada y con la mitad inferior del rostro cubierto de negro. Pero esta vez, a diferencia de las anteriores, está ella tirada en el piso. Tiene los maquillados ojos negros bien abiertos y las manos juntas, atadas por las muñecas. Debajo de su cabeza se abre paso un líquido oscuro, que será lo que sea pero no es Speed y alcanza a verse también su hombro desnudo. Al fondo, justo detrás de la contundente frase “power unlimited” se ven las piernas de alguien más. Alguien que está de pie y viste el pantalón y las botas militares o policíacas inconfundibles. Podrían ser definitivamente inconfundibles, como el líquido, si la fotografía no fuese en blanco y negro. Es el único detalle que han tenido el “cuidado” de salvar.
Recuerdo que hace unos días leí sobre cierta publicidad de una casa de alta costura europea, la cual fue censurada (censura no es mala palabra, simplemente hay cosas que son inaceptables) por el público porque mostraba a una mujer sometida por un hombre, y detrás otros hombres admiraban la escena de sometimiento; todo enfundado en un marco muy elegante. “Esto no refleja las mujeres que somos, lo que son las mujeres”, dijeron mujeres y hombres “y no es la imagen que queremos que se difunda entre nuestres jóvenes”. Si bien no se dijo nada sobre la imagen de los hombres y sobre si los hombres se reflejan o no en esa imagen y en qué medida (todavía hay camino por recorrer!), fue suficiente para que sacaran de circulación la publicidad.
Entonces pienso en la niña que visita mi casa todos los días, llenándola de preguntas y colores… si viera esto. Si ella viera esto, sus preguntas serían el juicio más crítico que pudiéramos oír. Me acostumbré tanto a ellas que ya las veo venir: “Por qué la nena está tirada? Por qué tiene las manos atadas? Por qué está desnuda? Y ese charquito que hay en el piso es sangre? Y por qué el señor que está parado no la ayuda?” Qué le respondería usted?... Qué hará usted?